El libro de los libros, Quint Buchholz
La edición que tengo de este libro es de hace unos cuantos años, 1998, en su momento me pareció un libro especial. Hace poco otra editorial lo ha reeditado, y no sé si es que ahora gracias a internet y todas estas cosas, se ha dado mucho más a conocer.
Quint Buchholz, en el año 96, envió distintos dibujos hechos por él a distintos escritores de todo el mundo, y el resultado es este libro. Para mi gusto maravilloso.
Para muestra os dejo la siguiente imagen con su texto, escrito por Carmen Martín Gaite.
La madre ya no está, y cuando cae la noche se nota más que nunca su ausencia inexplicable. La niña se pone de rodillas y se asoma a la cabecera de la cama como a un balcón. Le pregunta al padre que por qué no se van de viaje a buscarla, subiendo por el aire -"esto era un avión, ¿quieres?"-, le hace sitio en la cama entre ella y el osito de trappo, y el padre empieza a leer un libro en alta voz, procurando que no se le note que tiene ganas de llorar. El techo de la habitación se rompe, la cama empieza a subir, hay luz de luna, y las palabras del libro son la hélice que impulsa un sueño. Los perfiles de lo conocido van quedando abajo, hilos de hierba, montañas, ganado, casas, cercas, corre un aire frío. "¡Qué alto! ¡Qué gusto! ¿Por qué no seguimos a ese pájaro? ¿No tendrás miedo, verdad, papá? ¿No tendrás sueño? Sigue leyendo por favor hasta que me duerma." Pero la niña ya hace rato que ha cerrado los ojos. Y no lo sabe.
Quint Buchholz, en el año 96, envió distintos dibujos hechos por él a distintos escritores de todo el mundo, y el resultado es este libro. Para mi gusto maravilloso.
Para muestra os dejo la siguiente imagen con su texto, escrito por Carmen Martín Gaite.
La madre ya no está, y cuando cae la noche se nota más que nunca su ausencia inexplicable. La niña se pone de rodillas y se asoma a la cabecera de la cama como a un balcón. Le pregunta al padre que por qué no se van de viaje a buscarla, subiendo por el aire -"esto era un avión, ¿quieres?"-, le hace sitio en la cama entre ella y el osito de trappo, y el padre empieza a leer un libro en alta voz, procurando que no se le note que tiene ganas de llorar. El techo de la habitación se rompe, la cama empieza a subir, hay luz de luna, y las palabras del libro son la hélice que impulsa un sueño. Los perfiles de lo conocido van quedando abajo, hilos de hierba, montañas, ganado, casas, cercas, corre un aire frío. "¡Qué alto! ¡Qué gusto! ¿Por qué no seguimos a ese pájaro? ¿No tendrás miedo, verdad, papá? ¿No tendrás sueño? Sigue leyendo por favor hasta que me duerma." Pero la niña ya hace rato que ha cerrado los ojos. Y no lo sabe.
Comentarios
Publicar un comentario