El mundo de ayer (3), Stefan Zweig

"... uno necesita un punto estable de donde partir y a donde volver; nunca lo he sabido tan bien como hoy, cuando ya no deambulo por el mundo por propia voluntad sino porque me persiguen."

"En honor a la verdad debo confesar que en aquella primera salida a la calle de las masas había algo grandioso, arrebatador, incluso cautivador, a lo que era difícil sustraerse. Y, a pesar del odio y la aversión a la guerra, no quisiera verme privado del recuerdo de aquellos primeros días durante el resto de mi vida; miles, cientos de miles de hombres sentían como nunca lo que más les hubiera valido sentir en tiempos de paz: que formaban un todo."

"Decidido a eludir aquella peligrosa psicosis colectiva, me trasladé a un suburbio rural para, en medio de la guerra, empezar mi guerra personal: la lucha contra la traición de la razon, entregada a la pasión colectiva del momento."

"He aquí, pues, lo que diferenciaba, para bien, la Primera Guerra Mundial de la Segunda: la palabra todavia tenía autoridad entonces. Todavía no la había echado a perder la mentira organizada, la «propaganda», la gente todavía hacía caso de la palabra escrita, la esperaba.

"...Y es que la conciencia moral del mundo todavía no estaba tan agotada ni desalentada como lo está hoy, aún reaccionaba con vehemencia, con la fuerza de una convicción secular, ante cualquier mentira manifiesta, ante toda violación del derecho internacional y de los derechos humanos."

"Hoy sé que, de no haber sido por todo lo que sufrí y presentí antes, durante y después de la guerra, habría seguido siendo el escritor que era antes de ella,  «gratamente emocionado», como se dice en el ámbio de la música, pero no cautivado ni conmovido ni afectado hasta lo más profundo del alma."


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