Las lecturas que se han quedado conmigo

  Viendo la imagen final de los libros que he seleccionado como mis mejoras lecturas, queda  bastante claro que me encanta leer vidas de otros.   Disfruté muchísimo con ese canto de amistad que es el libro de Cristina Peri Rossi a su gran amigo Cortázar. Descubrí a Alessandro D´Avenia con El arte de la fragilidad . Saberse frágiles y aceptarlo es una de las enseñanzas de la vida. Me gusta descubrir a testigos de la vida. Y un testigo ha sido Philippe Lançon con El colgajo . ¿Cómo se puede sentir gratitud después de haber sufrido un atentado? Pues se puede.  Igual de Delphine de Vigan siente un amor tan profundo hacia su madre, a pesar de la infancia que la hizo pasar. Sanmao también nos cuenta el pozo oscuro en el que cayó después de la muerte de su marido. No consiguió salir de él. Leer la vida de los demás te hace poner en perspectiva la tuya.  Leer a Ayestarán y su Jerusalén, santa y cautiva, te hace conocer una ciudad testigo de tanto sufrimiento.  Con Los silencios de la libertad

Cómo explicarte el mundo, Cris. Andrés Aberasturi

"Porque lo que parece un disparate -y realmente lo es- se hace verdad doliente e injusta: pese a todo, hijo, eres un privilegiado si te comparas con millones de hijos, tan hijos de otros com tú lo eres mío, y que sufren hasta lo increíble, hasta límites que nos deberían llenar de horror y de vergüenza mientras yo reclao para ti derecho, medicinas, cuidados que aminoren cualquier sombra de dolor. Pero están ellos, tan inocentes como tú, careciendo de todo. Mueren de hambre, de sed, de olvido, de guerras.
Hay tanto horror en sus ojos sin odio, hay tanto vacío de esperanza, da igual. Tienes derecho y toda la atención que te mereces es justa y necesaria. 
(Pero también lo es la de los otros)."

"Las manos de mi hijo
no empuñarán banderas
ni fusiles, ni moldearán el barro,
ni escribiránn sonetos. 
Pero las manos de mi hijo nunca harán daño.
Sus manos, sus dedos largos son torpes cuando agarran,
pero acarician tanto,
te buscan y te cercan con tanto ahínco,
que ese cerco es un canto."

"Pero yo no quería un héroe que ni siquiera sabe que lo es, yo quería un hijo , tan solo un hijo, un hijo que tuviera miedo por la noche y se metiera en nuestra cama, un hijo al que le asustaran las tormentas, al que coger de la mano y que pintara las paredes y se cayera y llorase y pidiera estar en brazos y reclamara besos y "

"He escrito de ti, hijo, que eres parte de Dios, que eres Dios mismo. Y cada vez más me reafirmo en esa idea. Tú riendo, aunque nosotros no sepamos el motivo de tu risa mientras los chopos grandes hacen guardia en el horizonte de una tarde suave de verano; tú en el silencio de la habitación del hospital y Madrid que se desparrama en un ocaso violeta. Todo eso es Dios, todo eso debe ser la divinidad misma como lo es el ir y venir sin tregua de los nietos y sus risas, elegidos entre los elegidos, benditos sean, que lo tienen todo mientras al otro lado del mar un niñito huido de la guerra agoniza en una playa. También eso es la divinidad, hijo, debe serlo porque de otra forma nada tendría sentido. No es fácil de entender, como no es fácil encontrar respuestas válidas."




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