El orden del día, Éric Vuillard

Hoy os traigo este breve libro, que nos relata un hecho bastante conocido: empresas que colaboraron con el nazismo. Es un tema que parece a veces escandalizar, pero tengo la sensación que nos dejamos llevar por la hipocresía. Hoy también hay empresas que explotan a niños y no nos rasgamos tanto las vestiduras, y vivimos con ello.

"Esa reunión del 20 de febrero de 1933, que cabría calificar de momento único en la historia patronal, de compromiso inaudito con los nazis, para los Krupp, los Opel o los Siemens no es más que un episodio bastante habitual en el mundo de los negocios, una trivial recaudación de fondos. Todos ellos sobrevivirán al régimen y financiarán en el futuro a numerosos partidos a tenor de sus beneficios."

"Y así, los veinticuatro no se llaman ni Schnitzler, ni Witzleben, ni Schmitt, ni Finck, ni Rosterg, ni Heubel, como nos mueve a creer el registro civil. Se llaman BASF, Bayer, Agfa, Opel, IG Farben, Siemens, Allianz, Telefunken. Con esos nombres sí los conocemos. Es más, los conocemos muy bien. Están ahí, entre nosotros. Son nuestros coches, nuestras lavadoras, nuestros artículos de limpieza, nuestras radios despertadores, el seguro de nuestra casa, la pila de nuestro reloj."

Para estas empresas la guerra les resultó rentable. Todas ellas utilizaron mano de obra procedente de los campos de concentración, mano de obra baratísima. Hoy, también, las multinacionales, se lanzan a por la mano de obra baratísima. Y miramos para otro lado.

Comentarios

  1. Muy acertada tu analogía, Esther. Me has recordado a una de las muchas reflexiones que Eiríkur Örn Norðdahl deja en su novela Illska.
    Un abrazo

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