Hablar de Dios resulta peligroso, Tatiana Góricheva

 "Si antes, en todas nuestras tribulaciones y problemas pretendíamos echar la culpa a la sociedad, a la KGB o a la revolución, ahora veíamos con toda claridad que en buena medida los culpables de nuestra infelicidad éramos nosotros mismo. Cesaron entonces las interminables y estériles lamentaciones, tan frecuentes en las conversaciones de los rusoso, de "¿Quién tiene la culpa", "¿Qué podemos hacer?". Había empezado un tiempo hermoso, el tiempo del establecimiento de una nueva vida. En nuestro interior reconocimos que el poder soviético no se sostiene por la fuerza de las armas ni por la KGB, sino exclusivamente por el miedo y la mentira. Su verdadera base es el mundo mutilado de los hombres."

"El hombre nuevo, la nueva criatura, de la que nosotros hablabamos ahora, no estaba simplemente abierto a la decisión radical. En su mano estaba la responsabilidad de elegir entre Dios y el diablo, entre la ruina y la redención."

"Por primera vez comprendí cuán peligroso es hablar de Dios. 
Cada palabra tiene que ser una palabra de sacrificio, rebosante de autenticidad hasta los bordes. De lo contrario es preferible callar. "

"Por primera vez en el curso de estos últimos años de mi cristianimso feliz y sereno el dolor del recuerdo me ha quemado con tanta fuerza que he sentido rabia contra quienes saben todo eso. Contra quienes saben con cuánta normalidad viven las personas en Occidente y cómo se vive entre nosotros. Contra los que asesinan a conciencia al pueblo habiendo convertido un país antes riquísimo en un desiero. Algún escritor moderno ha escrito: «El sufrimiento ruso tiene que sacudir el bienestar del mundo»." 

"Veo que también el hombre occidental es apenas libre. Y la causa principal es lo poco que anhela esa libertad".





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