Las lecturas que se han quedado conmigo

  Viendo la imagen final de los libros que he seleccionado como mis mejoras lecturas, queda  bastante claro que me encanta leer vidas de otros.   Disfruté muchísimo con ese canto de amistad que es el libro de Cristina Peri Rossi a su gran amigo Cortázar. Descubrí a Alessandro D´Avenia con El arte de la fragilidad . Saberse frágiles y aceptarlo es una de las enseñanzas de la vida. Me gusta descubrir a testigos de la vida. Y un testigo ha sido Philippe Lançon con El colgajo . ¿Cómo se puede sentir gratitud después de haber sufrido un atentado? Pues se puede.  Igual de Delphine de Vigan siente un amor tan profundo hacia su madre, a pesar de la infancia que la hizo pasar. Sanmao también nos cuenta el pozo oscuro en el que cayó después de la muerte de su marido. No consiguió salir de él. Leer la vida de los demás te hace poner en perspectiva la tuya.  Leer a Ayestarán y su Jerusalén, santa y cautiva, te hace conocer una ciudad testigo de tanto sufrimiento.  Con Los silencios de la libertad

Una cura de Bach, Martín Descalzo


"Si yo tuviera que señalar los dos días más decisivos de mi vida, creo que elegiría (junto a mi ordenación sacerdotal) el 17 de abril de 1949, en que, por primera vez en mi vida, asistí a un concierto en vivo. 
Tenía yo entonces dieciocho años y nunca había vivido en una de esas grandes ciudades que gozan del enorme privilegio de contar con orquestas y salas de conciertos. 
Pero es que al descubrimiento de la verdadera música se unió aquel día el oír por primera vez a Bach. Fue -no lo olvidaré jamás- la Misa en si bemol, dirigida por Scherchen. Y supuso para mí un deslumbramiento, como si en aquellas dos horas descorrieran una cortina sobre una dimensión desconocida. Vuelvo a ver al muchaho que yo era caminando por las calles de Roma como ebrio, como alucinado. No porque la música de Bach fuera la locura (sólo mucho más tarde empezaría a entenderla), pero sí porque asomarme a tal milagro produjo en mí una sensación de vértigo luminoso, el hallazgo de una alegría que jamás hubiera sospechado que existiera en este mundo. 

Desde entonces he oído esa misa millares de veces. Y no exagero al decir millares, porque, durante muchos años, tuve permanentemente puesto en mi tocadiscos aquel Kyrie para despertarme todas las mañanas, oyéndolo como una cura de salud jcon que quería empezar todas mis jornadas. 
Este verano he repetido esa cura en dosis masivas. Porque lo necesitaba. ¿Quién, viviendo en 1983, no tiene los nervios destrozados, el alma tensa, el espíritu agresivo, el ánimo labertíntico? Bach es un balneario, el mejor médico del alma que ha producido nuestro mundo.
Por eso mi verano ha sido regrerar a su música como si volviera a la casa de un padre. Mientras leía y trabajaba, sin las malditas prisas de lo periodístico, he vuelto a hacer rodar sobre mi tocadiscos sus cantatas, a razón de seis, ocho horas diarias. Y era como un reencuentro con una humanidad anterior a las tormentas.

Tengo una terrible envidia hacia Bach como hombre. No porque se parezca a mí. En mis buenos momentos me siento más cercano a Mozart y en las horas exaltadas más próximo a Beethoven. Bach es, para mí, el equilibrio inalcanzable y, por ello, tanto más deseado.
Me pregunto a veces si nuestro siglo sería capaz de producir un hombre como Bach. Y siempre me respondo que uno tan grande, tal vez, pero jamás uno de su corte. 

Bach era casi algo que hoy no apreciamos: un buen burgués, alguien bien instalado en la sociedad que le rodeaba, que no soñaba en destruir el orden (desorden) en su mundo, que hizo una verdadera revolución en la música sin siquiera habérselo propuesto, sin soñar innovar, pero haciéndolo.
Bach era lo que nosotros no seremos nunca: un hombre feliz. Su cara nos repugna, su peluca nos repele. Pero él conocía la felicidad de componer, la felicidad de existir.En su obra no hay tensiones ni altibajos. Es un genio regular, casi diríamos que un burócrata de la genialidad. Y todo ello sin estar en demasiado conflicto con su mundo y mucho menos consigo mismo. Lo contrario del mundo contemporáneo, que sólo produce genios ariscos, genios a contraorden, a contramundo, permanentemente ansiosos, insatisfechos.
Bach era alguien seguro de sí mismo. Buen marido, buen padre, buen profesor, buen amigo, dicen sus biógrafos. Hoy redondearíamos: un mediocre. Tenía, claro está, sus geniadas. Luchó simpre por salir de estrecheces. Pero jamás como un titán que remueve las columnas del orbe. Sus rebeldías contra los príncipes jamás le alteraban, eran rebeldías dentro de un orden y apenas se reflejaban en ese continuo que es toda su obra. 

Hoy unimos el concepto de genio al de locura. Nada loco hay en Bach. O, en todo caso, hay una locura muy racional. El dolor es, para él, parte de la historia y jamás desequilibrará esa asombrosa armonía que vivió entre su cabeza, su corazón y su mismo vientre. 
Era, lo que ahora no hay, un adulto. En el siglo XX todos somos adolescentes. Los mediocres viven en una permanente no realización. Los mejores existen como flechas, siempre tensas al blanco, siempre inseguras de si lo conseguirán. Bach vive en la certeza. No tiene que pasarse la vida regresando al paraíso feliz de la infancia, como Mozart. Ni golpeando con sus sueños las tapias del futuro, como Beethoven. Bach no conoce la angustia o la ansiedad. No es animal de psiquiatra. Hay en él un admirable equilibrio psicológico, nada narcisista. Su música -dicen los psiquiatras especialistas- es obra de una asombrosa virilidad, fruto de alguien sexualmente pacíficio y realizado. 
En él se realiza esa figura del padre, que hoy tan poco frecuente es. Bach es la fertilidad, lo fue en todos los sentidos. ¿Cómo podía componer en aquella casa siempre abarrotada de chiquillos, en un permanente barullo musical? Es asombroso. Allí la vida era cantar, componer, tocar, jugar (aquí es perfecta la palabra francesa) y hacerlo con normalidad, sin otras normas que la de hacer cada día más y hacerlo mejor. 

Supo ser, sin proponérselo, la síntesis de cosas tan opuestas como la música alemana, francesa e italiana de la época. En él se unían -¡milagro!- Pachelbel, Buxtehude, Couperin, Vivaldi y Corelli. Fue europeo antes de que se inventase la comunidad. Y en una Europa rota como la suya supo ser un ferviente luterano, en el que nos sentimos hoy perfectamente expresados los católicos. Oyendo su música parece increíble la desgarradura que entonces sufría la Iglesia. Porque él supo unir lo que no conseguiría sanar el concilio de Trento. 
Me pregunto a veces qué ocurriría en nuestro siglo si se escuchara media hora de Bach antes de todas las reuniones entre políticos, entre dirigente eclesiásticos, o ante las conversaciones entre patronos y sindicatos. Tras oírle, ¿quíen podría declarar una guerra o mantener una separación?
Los hombres de hoy no encuentran la paz, ni el acuerdo, porque sólo se encuentra lo que se lleva por dentro. Y, con almas en guerra, ¿qué se puede generar sino discordia?

Por eso este verano he entrado yo en el balneario Bach, he dejado que él fuera vendando mis heridas, que pasaran y pasaran por mi cerebro sus mansas y vivas melodías. Porque Bach no es un cloroformizador, sino un vitalizador. No atonta, ni adormila, despierta, pero hacia la paz y no con la tensión. Lo hace mucho mejor que el astenolit y demás fármacos. Más en profundidad que la más ancha playa. Oyéndole me encuentro bien sentado en el mundo. No lejos del dolor, pero sí de la neurastenia. A gusto, como en una poltrona. Luego vendrán el otoño y el invierno a zarandearnos, a devolvernos nuestra condición de hombres modernos, nerviosos, insatisfechos, como si todas nuestras sillas quemasen o tuvieran alguna pata rota. ¿Quién demonios nos habrá convencido que ser modernos es tener el alma siempre en vilo? ¿Quién que la genialidad es desmesura? ¿Quién que tenemos tanto que vivir que no saboreamos nada de la maravilla que vivimos? Nos haces falta, padre Bach, en este mundo de bastardos. "


Comentarios

  1. Muchísimas felicidades guapísima, que me ha dicho un pajarillo que hoy es tu cumple!!! Que pases un día genial, que la compañía ya sé que va a ser estupenda.
    Un beso enorme!!!

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